lunes, 23 de abril de 2012


¿Soy lo que leo?

Un profesor de filosofía me dijo que no hay nada mejor para conocer a una persona que saber lo que lee.
Me costó mi trabajo, no crean, asociar a quienes tenía a mi mano, con los pocos o muchos libros que tenía o de los que hablábamos. 

Mentiría si dijese que soy un experto en el análisis de la personalidad a través de los libros que uno tiene (o que no tiene). Hay teorías para todo, y para esto también las hay, seguro.

Mi teoría es que todo depende de para qué use uno los libros. Se pueden usar para mil cosas. Para comprarlos todos del mismo color, con las letras del mismo tamaño en el lomo, para que decoren bien el salón de casa, para regalarlos aunque uno no haya leído en su vida más de cuatro páginas seguidas, para pasearlos, por que da un aire bohemio que gusta mucho a las chicas,......

En fin. Sufridos los riesgos que tienen las opciones que se me han ocurrido. Léanse algunos ejemplos:

Al comprar una colección de libros de tapa dura buscando la decoración paralela, te des cuenta en casa de que no todos los libros tienen las mismas letras en el lomo, si no que son de autores distintos o son distintas obras y ya la decoración no es todo lo perfecta que tú querías. Con lo cual, los usas para encender la estufa y después arrepentirte por que se los pudiste vender a alguien. ¡De regalar nada! ¡Faltaría más! ¡Quién quiera libros que los compre como he hecho yo!

Que compres un libro para regalarlo después de preguntarle al librero los gustos de la persona destinataria a base de patrones como: es un hombre de 42 años, y, em, es que no se me ocurre que más decirle, y termines por comprarle el que tiene la portada más bonita (que por cierto es el más caro), y resulte que le estás regalando una interpretación libre de la Ley de Enjuiciamiento Civil con una dedicatoria de tu puño y letra que diga: PARA QUE PASES UN RATITO ENTRETENIDO.

O que lo compres para pasearlo y  des con alguien que te confunda por lo que lees. O, mejor dicho, por lo que no lees.

Yo por mi parte, con esta reflexión que roza lo simple, quiero invitaros a que leáis. Que tampoco se trata de obligarte, de leerte un libro en un rato, ni de ser el que más libros lee al año de tus amigos. Se trata de disfrutar despacito y con calma. La calma necesaria para poder pararte de vez en cuando y darte un paseo por la ciudad o el pueblo donde esté ambientado el libro, para cerrar los ojos, hacerlo con ganas, y estar dispuesto a comprobar, como a mí me ha pasado muchas veces que se puede viajar por lo que cuesta un libro, que LEER ES VIVIR DOS VECES.

Hay alguien por ahí que dice lo siguiente de lo que es un libro. Me limito a transcribirlo:



A tí, hermoso libro, de mis noches compañero,
y de muchos un amigo,
A tí que abres deseos
para un mundo escondido, 
que entre tus páginas como un sueño,
nace con el ritmo de quien nuevos senderos abre
con ilusión y cariño.

sábado, 21 de abril de 2012


                   UNA DE ACLARADOS
vine hace poco
conocí a personas, personas de esas que llamamos moros, y les miramos  casi como si les perdonásemos la vida. Le me dí gracias a mí corazón por mantener los ojos y el espíritu abierto a todo lo que me enseñaron